martes, 1 de mayo de 2018

Brevet 600 Murcia Randonneurs

Dijo Churchill que los Balcanes generaban más historia de la que eran capaces de digerir. Algo así me pasa a mí últimamente con el blog, demasiado evento y poco tiempo para ponerme delante del teclado, así que empezaré por el último, con el dolor de patas aún vigente.

* 625 kms en 28h (22,3 kms/h) +8.800 mts


El segundo 600 de esta temporada es al que más ganas le tenía con diferencia, por su impresionante recorrido y gran dureza, rozando las cifras de un SR, aún así estábamos inscritos casi 20 participantes, destacando una pareja de hermanos venidos de Euskadi que iban a completar el recorrido sobre una reclinada y un velomóvil.
 Este año la salida era tres horas antes, y teniendo en cuenta los imprevistos que tuvimos el año pasado, en teoría nos daba para llegar a Elche de la Sierra de día... y teniendo en cuenta que de allí a Murcia queda poco y favorable, así que Gregorio y yo decidimos salir sin reservar para intentar hacer el recorrido del tirón. La idea tuvo éxito y se apuntaron al grupo algunos más.

* Salida. Foto: Murcia Randonneurs.

El grupo no aguanta unido ni la travesía de Murcia, y comenzamos a subir Barqueros ya fragmentados, pegándonos unas buenas risas, al rato se nos une Juanpe que se ha dado la vuelta, hasta que poco más adelante se van por delante Pepe, Juanpe y Jesús (junto con Raúl y su reclinada y Cristóbal que iban adelantados). Por detrás hacemos un buen grupo con Antonio, Gregorio, Alfredo y yo. Antes de llegar a Pliego vamos temiendo un chaparrón, ya que vemos relampaguear en la dirección que debemos seguir, pero por suerte no nos caerían más que unas gotas en toda la noche, pero, eso sí, fuimos pillando carretera encharcada durante muchos kilómetros. Llegamos a Cehegín por carreteras comarcales, sin tráfico y atravesamos Caravaca pasadas las doce de la noche, donde debemos sellar en el primer control. Nos cuesta encontrar algo abierto, pero el Zaian no falla. Sello, café para algunos y abrigarnos un poco que de aquí para delante la temperatura va a bajar mucho. Continuamos por el camino viejo de Archivel, paralelo a la RM-730 y sin tráfico y una vez allí ascendemos a Fuente Mellina.


La noche va pasando rápido. En El Sabinar tenemos que parar un rato a que Alfredo se abrigue y cambie la batería del foco, pasamos Nerpio... en algunas zonas mucho frío y comento con Gregorio que una vez pasado Pedro Andrés aquello no va a tener buena pinta, ya que la zona de la Puebla - Santiago de la Espada, es de los puntos más fríos del sureste peninsular.
Por supuesto, en Pedro Andrés a las 4 de la mañana no hay quien selle. Seguimos y empieza la diversión; tras unos kilómetros de cortesía, la carretera se pone malísima, no por conocida deja de ser asquerosa y de noche cuesta aún más pasarla. Gregorio se va por delante y un rato después lo veo en dirección contraria.... ?¿ justo en ese momento Alfredo tiene una caída detrás de mí. Gregorio volvía a recoger sus gafas de sol, ya que se había caído justo en el mismo lugar que Alfredo. Como no hay dos sin tres, yo pincho... y tenemos que reparar probablemente en la zona más fría de todo el recorrido con los termómetros a cero grados. Si no llega a ser por Antonio, allí me quedo congelado porque con las manos totalmente heladas era incapaz de volver a colocar la cubierta. Mientras le doy aire a la rueda me percato de que empieza a despuntar el alba en el horizonte. Por fin salimos al puerto de la Losa y lo subimos con calma mientras amanece. Es un puerto impresionante, se sube fácil y los paisajes son increíbles; sobre todo al coronar, con una Sagra moteada por los últimos neveros del invierno.

 * Antonio subiendo Tíscar.

Llevamos alrededor de 200 kms muy duros, siempre en trayectoria ascendente, acumulando mucho desnivel. Me alivia haber pasado bien la noche, sin problemas de sueño, y eso que no daba un duro por mí, ya que no había podido descansar bien la noche antes de comenzar.
Hasta Castril hay 50 kilómetros muy favorables. Primero con la larga bajada del puerto y luego con una zona llana por los alrededores del embalse de San Clemente, aunque el viento no ayuda, vamos animados hasta el siguiente control donde pararemos a desayunar, no sin antes pegarnos un susto Gregorio y yo en la bajada al pueblo, al entrar un poco despistados en una curva a izquierdas muy traicionera. En Castril recogemos a Pepe, que ha decidido levantar el pie y esperarnos, dejando solos por delante a los dos bestiajos de Juanpe y Jesús.
Antes de entrar a desayunar Alfredo nos dice que abandona, va dolorido por la caída y no cree que sean las mejores condiciones para continuar. Gregorio también duda, pero decide probar antes de echar el pie a tierra.

* Pepe, también en Tíscar.

La subida que comienza en el embalse del Portillo se me hace más llevadera que el año pasado. Subimos todos juntos hablando. La verdad que hemos hecho un buen grupo en el brevet, con ritmo tranquilo y más o menos homogéneo hasta el anochecer del sábado.
Tras coronar vamos bordeando la Sierra de Castril, cerca del embalse de la Bolera.
Unas rectas eternas nos indican que estamos cerca de Pozo Alcón mientras disfrutamos de las vistas de Sierra Nevada al fondo. Pasado el pueblo, comenzamos el puerto de Tíscar. Este año nos libramos de la romería, pero la segunda parte se me hace un poco pesada, estoy deseando llegar a Cazorla para subir el puerto de las Palomas y terminar todas las subidas de entidad del recorrido. La carretera entre Quesada y Cazorla discurre en medio de un océano de olivares, con unos buenos repechos que no hacen si no aumentar las ganas de llegar a Cazorla.

* Pepe, al fondo entre Quesada y Cazorla.

Allí comemos y sellamos. Un buen plato de pasta que me sienta muy bien, y nos ponemos manos a la obra con las Palomas. Lo peor es hasta la Iruela, de ahí a la cima es bastante suave y muy bonito. Subo con Antonio y Gregorio (que, por suerte, se había recuperado de sus dolores y dudas sobre su continuidad) mientras Pepe, más escalador, va un poco por delante pero levanta el pie para coronar todos juntos y emprendemos la bajada del puerto y, posteriormente, el descenso del valle que nos lleva al pantano del Tranco.
Algo después de Arroyo Frío nos encontramos a Vicente, que ha venido a hacernos una visitilla. Qué alegría verlo, se ha quedado con las ganas de sacarse la espina del año pasado con este brevet, ya que un pequeño percance no le ha permitido estar en la salida. Ojalá el año próximo haya más suerte. Mientras le saludamos nos dice que tiene a Jesús durmiendo un poco en su coche. Mientras nos comemos un bocata vemos que no vamos en tiempo. Imposible llegar a Elche de la Sierra de día. Jesús se despierta y continuamos con su compañía.

* Merendando con Vicente. Foto: Murcia Randonneurs.

Conforme avanzamos por el valle el trazado es menos favorable y los repechos son cada vez más largos hasta llegar a Cortijos Nuevos. El aire pega duro aquí, al principio lateral pero no tarda en convertirse en favorable cuando cogemos la carretera de Siles. En el repecho de entrada al pueblo alcanzamos a Raúl y su reclinada. Luego nos comentaría que acababa de salir de un descampado de dormir un poco. Sellamos en la gasolinera de entrada y acordamos parar a cenar todos juntos en Elche de la Sierra, ir juntos es tarea imposible ya que el ritmo de la reclinada es muy diferente al de las bicicletas convencionales: más lento para subir y mucho más rápido para bajar y llanear; pero antes de la cena tenemos el Arenal y el Peralejo. El primero lo coronamos en los últimos instantes de luz solar y arriba paramos a poner luces, chalecos y demás parafernalia nocturna, pero de Riopar a Elche es de noche. Tras el Peralejo es un terreno rapidísimo. Paso un mal rato ya que los ojos me escuecen mucho a ratos debido al sueño, pero llegamos muy rápido a Elche. Unos minutos después de llegar, mientras cogíamos las cosas de las bicis para sentarnos a cenar, llega Raúl.
Cenamos con mucha tranquilidad, echando unas buenas risas. Jesús y Gregorio deciden quedarse a dormir en el pueblo. Jesús ya tuvo una mala experiencia con el sueño y prefiere no tentar a la suerte y Gregorio se apunta. Mañana tendrán tiempo de terminar.

* Gregorio y Pepe atravesando Cazorla.

Nos despedimos de ellos y continuamos Pepe, Antonio, Raúl y yo. Al principio me dió muchísima pereza, pensaba que no iba a llegar nunca... 120 kilómetros aún y se nos iba a ir de nuevo toda la noche... pero la subida a Socovos se animó con una buena charla y se hizo ameno. Una vez en Socovos era todo bastante favorable hasta Calasparra. Ahí el ritmo se hizo más cansino, parecía como si hubiésemos bajado los brazos, esperando que el final llegara hasta nosotros. En la subida al Cagitán nos para un coche "ahí detrás se ha caído uno y está pataleando en el suelo" jajajaja, se refería a Raúl, que iba unos metros detrás con su reclinada. Por supuesto no se había caído, y fueron varias veces durante todo el recorrido los comentarios de la gente al ver este tipo de bicicleta tan poco usual por el sur. Y supongo que aún serían más al ver a su hermano con el velociclo.
Pese a no tener sueño, si empiezo a notar que el cerebro funciona más lento, son ya 48 horas sin dormir. En Yechar les digo a Antonio y Pepe de darle un poco de caña y activarnos, así que subimos el Alto de Yechar muy rápido y bajamos a Archena, último control. Por suerte hay uno de guardia en la gasolinera que nos sella, y ponemos pies en polvorosa por la cuesta de Cobarro, Lorquí, Alguazas, Las Torres... En Javalí paramos a llamar a las respectivas para que vengan a recogernos al terminar. Y desde Alcantarilla ya vamos más tranquilos, interrumpidos constantemente por los ciclos de los semáforos.

* Petados pero contentos, en el Nelva.

A las 7 llegamos al Nelva, 35 horas después de salir. Al final se nos ha ido el tiempo más de lo previsto, dilantando las paradas y bajando el ritmo al final, más por relajación que por falta de fuerzas.
Ha sido toda una aventura, nunca había pasado tanto tiempo sin dormir, pero me ha gustado la experiencia y más teniendo la suerte y el orgullo de compartirla con estos compañeros de viaje: Antonio, juntos desde el km 1 al 600, siempre con buena cara, buen ánimo y unas piernas que no fallan, vaya manera de estrenarse en la distancia; Pepe, otro que tal... mil anécdotas que contar, siempre viendo la parte positiva y con una forzona a la altura de pocos; Gregorio, con más mili que la cabra de la legión y duro como el que más, terminando la prueba pese a la caída y las molestias; Jesús, qué decir de un tío que camina lo que camina él y siempre dispuesto a ayudar y ofrecer rueda, de diez; Alfredo, que se atrevió a estrenarse este año en los brevets con una distancia que no conocía y viniendo de un parón por otra caída, a ver si el año que viene hay más suerte y, bueno, en general mi reconocimiento para todos los que estuvieron en la salida y se atrevieron... pocos 600 en España estarán a la altura de este en belleza y dureza.


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